jueves, 12 de junio de 2014

           ¿Cuál es la característica lasallista de un maestro?


La Escuela Lasallista es una escuela de fraternidad en que se cultivan las virtudes humanas y cristianas que producen ópti­mos frutos de amistad, lealtad, colaboración,... que perduran a lo largo de los años entre los verdaderos lasallistas y hace que exalumnos, alumnos, padres, profesores y Hermanos nos proclamemos y nos sintamos "Una Gran Familia".
La Escuela Lasallista concede una importancia capital a la PEDAGOGÍA DEL TESTIMONIO. "¡La escuela es el maestro!". Y los valores que transmite y cultiva la escuela son los valores que animan la vida del maestro captados por la extraordinaria sensibilidad de los niños y de los jóvenes. Por eso se pide al maestro lasallista una exigente ética profesional, tanto actitudinal como operativa.
En la Pedagogía Lasallista se destaca, como agente educativo clave, el Profesor Titular o Tutor de curso que se respon­sabiliza de orientar a los alumnos -personalmente y en grupo-en el proceso de su maduración y de su formación. Su identi­dad deriva de sus funciones de líder, mentor, consejero y guía.
El maestro lasallista sublima su profesión de educador para hacer del ejercicio de la misma un "sacerdocio". Ministro de la Palabra de Dios, vive y anuncia el Evangelio en la escuela. Por la "evangelización de la inteligencia"  induce al joven a realizar en su vida la necesario SÍNTESIS DE LA CULTURA Y DE LA FE.
El hacer educativo adquiere gran relieve para el maestro la­sallista al saber que está haciendo la "obra de Dios", que es "ministro de Dios" y "dispensador de sus misterios", nos dice La Salle.
La Escuela Lasallista busca ser el "lugar de encuentro" de la cultura y de la fe para todos los integrantes de la Comunidad Educativa Escolar.

                        Proyecto de vida de un lasallista 


Generalmente, y sobre todo los fines de semana, los jóvenes se hacen “panoramas” para emplear su tiempo libre. Luego de todas las cosas que durante la semana ocupan su tiempo, para el fin de semana se busca algo distinto, sea con alguna amistad agradable, o en un paseo, un espectáculo, etc.
El tiempo que tenemos para tomar decisiones importantes es el que va entre los 14 y los 25 años. Si el proyecto de vida no se resuelve en esa edad, tal vez no se resuelva nunca.
No nos damos cuenta cuando tenemos 45 años y estamos en la cima de la existencia humana. Cuando ya la curva que iba ascendiendo llegó a la cumbre, para luego descender hasta la vejez. Entonces nos damos cuenta de que no hemos vivido, que se nos pasó el tiempo, que no hicimos cosas importantes.
El hombre, a los 45 años suele sufrir una crisis, y decir: “¡¿Qué he hecho con mi vida?!” Y se da cuenta de que no ha hecho nada importante. Entonces trata de emprender las grandes cosas que antes nunca emprendió.
Cada generación tiene que plantearse esa pregunta: ¿Qué voy a hacer con mi vida? ¿Cuál es el proyecto de mi vida? Y entonces, es preciso tomar una decisión tempranamente, para luego invertir la vida en algo que resulte en beneficio para la sociedad.
Cuántas veces -en la juventud- el corazón se llena de enojos, porque el proyecto de vida que empezamos a soñar desde la más tierna infancia, se ve obstaculizado. Un proyecto de vida contempla educación, familia, trabajo, etc., y muchas veces ese proyecto se está truncando tempranamente, por alguna razón. Sea porque no tuvieron los padres que ellos hubiesen querido tener; o porque no tuvieron los recursos económicos, o porque no tienen la capacidad para un buen rendimiento escolar.
Y entonces ellos piensan que su vida no es lo que hubieran querido. A veces se afligen pensando: “¿Por qué no fui algo mejor?”. Tienes que decidir ahora: ¿Quién va gobernar mi vida? ¿Quién es el motor que va a impulsar todo lo que yo voy a hacer en la vida? Cristo es el que tiene que ocupar el centro de tu corazón. Te invito a confiar en Él, y a considerarlo en todos tus caminos.
                      

No hay comentarios:

Publicar un comentario